Cirrosis Hepática

Dr. Alberto Ayala

Medicina General
2017-03-12

El hígado es la mayor glándula de cuerpo humano. Su peso, en un adulto, es de aproximadamente 1500 grs. lo que representa el 2.5 por ciento del peso corporal total; en él se llevan a cabo los procesos metabólicos de la mayoría de las substancias nutritivas que ingerimos en los alimentos. La cirrosis hepática es una enfermedad por la cual, los pacientes que la sufren, son frecuentemente estigmatizados al asociarla invariablemente con el alcoholismo. Sin embargo, aunque es la principal causa (60 a 70 por ciento) existen otros padecimientos que la producen, como la hepatitis viral (hepatitis B y C) en un 10 por ciento, enfermedades de los conductos que llevan la bilis, en un 5 a 10 por ciento, enfermedades de depósito de hierro o hemocromatosis en 5 por ciento. Más aun, existe un grupo de origen desconocido, en un 10 por ciento, además de otras.

Esta enfermedad, cualquiera que sea su causa, se caracteriza por la sustitución del tejido normal del hígado por tejido fibroso y cúmulos desordenados de células hepáticas. Estos cambios se van instalando lenta y progresivamente, por lo que en un inicio podría no representar síntomas. Una vez que la reserva funcional hepática, que es de 80 a 90 por ciento, se ve rebasada por la lesión, hay datos clínicos muy variados. Éstos están relacionados con la falla del hígado para producir, desdoblar o eliminar diferentes substancias, o con el bloqueo al flujo de la sangre procedente del intestino y bazo, a través de la vena aorta.

Estos síntomas incluyen: pérdida de peso, debilidad, color amarillo de piel y mucosa (ictericia), sangrado en piel o mucosas, adelgazamiento muscular, crecimiento de mamas y atrofia de genitales (en varones), movimientos anormales, trastornos mentales que varían desde cambios de comportamiento, confusión, alucinaciones, coma, hasta la muerte, retención de líquidos en el abdomen, edema de extremidades, crecimiento del bazo, conexiones anormales de vasos sanguíneos o dilatación de los mismos, como las varices en el esófago, que pueden romperse y sangrar.

Hay exámenes de laboratorio que corroboran el mal funcionamiento del hígado. Los pacientes con cirrosis pueden tener complicaciones pulmonares, renales y desarrollar cáncer. Estos es solo una parte de las manifestaciones de la enfermedad, la cual, al llegar a este punto tiene mal pronóstico y las opciones de tratamiento son muy limitadas, una de ellas es el trasplante de hígado, y recientemente se han publicado trabajos alentadores sobre la posibilidad de recuperar tejido funcional utilizando células madre. Esto aún está en investigación.

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